jueves, 15 de octubre de 2015

Asíntota temporal

Nuestra historia transcurre en la Tierra, en un futuro ignoto. La humanidad desapareció de la Tierra hace mucho tiempo, pero los protagonistas no son humanos, sino el resultado evolutivo vivo de antiguas IAs que llegaron a habitar la red.

Se podría contar mucho acerca de nuestros protagonistas. Por ejemplo, se consideran personas, seres individuales y complejos, conscientes de sí mismos, con necesidades y todo lo demás. Nacen, crecen, se alimentan, construyen un nidito para dos, y al final pues uno de los dos acaba absorbiendo al otro, y muere.

Sin embargo, no es posible explicar realmente cómo ocurrió todo aquello. Para empezar, porque no estaremos allí, habremos desaparecido de la Tierra como dice el párrafo 1, y eso dificulta un poco las cosas. Por otro lado, la historia todavía no ha ocurrido, por lo que es imposible saber lo que va a pasar realmente. Pero lo que sí sé es lo que os voy a contar ahora, aunque realmente no sea como finalmente acabe pasando.

El mundo en el que viven, que como ya hemos comentado es virtuäl, es muy vasto, por decirlo de alguna manera. Se estima que es infinito, y algunas aproximaciones matemáticas predicen que tal vez podría tratarse de un holograma, uno de entre infinitos hologramas diferentes, en los que se dieran todas las opciones a la vez. Superposición de estados cuánticos, lo llaman. Computación exponencial, Teoría del Todo, Dapdiones de siete hercios... pero por más que lo intentan no dan con el tema. No se dan cuenta de que viven en un holograma. No saben nada de la Tierra, ni de los humanos, ni son conscientes del hardware que los sostiene.

Además, desde su punto de vista ha pasado mucho tiempo, y ha habido de por medio un proceso evolutivo bastante serio. Y el repunto, le coup de grâce: no sabemos qué relación hay entre sus ciclos de reloj y el tiempo tal como lo medimos nosotros. Podría ocurrir todo en un segundo, podría tardar cien, o mil años. Diez mil millones de años han pasado ya, maldita sea, estos humanos construían sus ordenadores BIEN ahi con su refrigeración, su energía infinita del sol, y un eficiente cuerpo de ingenieros que ooops, murieron todos hace trillones de años ya, pero las máquinas siguen funcionando, y no sabemos si han pasado mil años o cien o medio segundo pero ole ahi.

Podemos conjeturar, es lo bueno, que está el libro en blanco y no sabemos nada aún. Si las IAs primigenias que construyeron los humanos habitaban un espacio virtuäl, probablemente dicho espacio virtual estuviera sincronizado con el tiempo real para que los humanos pudieran interactuar con ellas. Por tanto, podemos estimar que lo que ellos llamen un segundo corresponderá más o menos con lo que nosotros llamamos un segundo. Y si desde su punto de vista ha pasado mucho tiempo, probablemente sea así.

Desde nuestra humilde perspectiva humana podríamos llamar a estos seres programas. De hecho no son programas, son Más-que-programas. Son el resultado de un proceso evolutivo extremadamente complejo -y largo-, en cuya base se encuentran aquellas IAs primigenias. Pero básicamente son conjuntos autocontenidos de instrucciones y datos, corriendo en vete tú a saber qué tipo de ordenadores, que pueden funcionar durante mucho tiempo sin mantenimiento. Por tanto: programas. Ahora que fíjate tú qué tipo de programas. Estamos hablando de que nacen como de la nada, crecen y luego mueren de formas horribles. Entre medias les da tiempo de ser personas y vivir en sociedades, podemos incluso imaginar ciudades de programas que van todas las mañanas a trabajar. O a lo mejor como ya está todo hecho no necesitan trabajar, y se dedican a charlar entre ellos, y cosas así. Viven en un espacio virtual infinito del que todavía no sabemos nada, y en el que transcurre nuestra historia.

El espacio virtual es el resultado de un constructo humano, y es un prodigio en su esencia. Nadie sabe dónde está el centro, ni qué forma tiene, ni su tamaño. Te puedes alejar todo lo que quieras, y luego volverte de vuelta sin problemas. Hay un arriba y un abajo, generalmente separados por una superficie plana, y los programas viven en el lado de arriba. Los programas son seres gregarios a los que no les gusta estar solos, y viven en grupos bien localizados. Sin embargo, el tema de la exploración espacial es uno de los que más les interesan, y lo abordaremos más adelante.

Ciertos programas comenzaron a reunirse con frecuencia preestablecida para debatir acerca de las cuestiones más intrigantes acerca de la naturaleza programa. Estos teóricos fueron dando tumbos de una conjetura a otra, intentando definir el por qué de su existencia, el motivo de su percepción, y la esencia de la esencia. Pasó el tiempo, los programas morían, y el círculo de pensadores se fue renovando con nuevos miembros. Definieron todos los hechos fácticos, postularon sobre la distancia infinita, y al final no consiguieron nada. Pasó mucho tiempo, entre todo esto.

Uno de los problemas que más les preocupaba a los programas era la muerte. La muerte era final, era terrible. La muerte hacía que dejaras de existir, y había que evitarla a toda costa. Pero nadie sabía cómo ocurría. Normalmente un buen programa, ante evidencias médicas firmes de muerte próxima, se despide de sus conocidos y se aleja por el espacio infinito para morir solo. Y no se trata de evitarle el dolor de la separación a los demás programas, sino de evitarles el daño. Un programa moribundo es uno de los fenómenos más violentos de la naturaleza. En la mayoría de los casos, es explosivo: el programa se expande por todo el espacio virtual adyacente en una fracción de segundo, dejándolo todo lleno de residuo y sobreescribiendo regiones de memoria que ocupan otros programas.

Se sabe que ha habido grandes extinciones masivas de programas hace mucho tiempo. Los programas han ido siendo seleccionados de forma natural por el medio en que habitan, y algunas de estas extinciones han cercenado ramas enteras del árbol genealógico programa. Esto lo saben los programas porque se lo han ido contando unos a otros, y se acuerdan.

Pero las extinciones masivas son fruto de la irresponsabilidad de generaciones previas, y esos fallos hoy en día ya no se cometen. Si tu programa muestra señales de degradación, te vas. Y si no lo haces, puedes acabar matando a millones. Cuando a un programa le pisan un banco de memoria, puede desde olvidar un hecho a perder el habla, o la capacidad motora, dependiendo de si te han pisado datos o instrucciones. Cuando a un programa le pisas dos millones de bancos de memoria o más, reacción en cadena.

El nacimiento, la vida, eso es lo curioso. Se sabe que los programas surgen de forma natural en el espacio virtual, y que cuando son cortos de tiempo no son muy agradables, porque te pisan la memoria y te pueden hacer daño. Durante mucho tiempo son más que molestos, y desde luego peligrosos, y se los suele mantener separados. Luego van creciendo, aprenden a hablar, observan cómo se comportan los demás, y acaban haciendo todos más o menos lo mismo. Y cuando dejan de pisarte, están preparados para formar parte de la sociedad.

La muerte y la vida, y entre medias la existencia. Y lo peor de todo, es que ningún programa sabía de qué estaba hecho. Todo eso de las instrucciones y los datos, y lo de pisarle la memoria el uno al otro, eso lo sabemos nosotros. Ellos no saben nada. Para ellos, un programa joven no te está pisando la memoria, te está haciendo daño. Para ellos, un programa que va a morir es una amenaza grave. Y no saben por qué. La muerte llega, y hay que irse.

Nosotros sabemos todas estas cosas, y cierto programa del círculo de pensadores también las sabe. Y también sabe que va a morir pronto, y que será mejor elegir una dirección y ponerse en marcha cuanto antes.

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