miércoles, 26 de febrero de 2014

Pura droga sin cortar

- Hágalo, hágalo de nuevo!
- No sé si puedo! no sé que parámetros he metido, esto es muy difícil de configurar y está en beta.
  No se si deberíamos seguir...
- ¿necesita que firme en algún sitio para eximirle de responsabilidad? ¡¡¡ HÁGALO !!!
- Le digo que no sé si podré, he puesto varios parámetros en la consola, ha ido dando errores de inconsistencia,  he cambiado cosas, y por fin ha tirado, pero no tengo ni idea de porqué. Le dije que sólo podíamos probarlo  un poco por encima... podría haberle matado! quien sabe...
- pues no esperará que le pague ni que le traiga otros clientes...

Se levantó de la camilla y desconectó los bornes anticuados y oxidados de sus conexiones de grafeno de última generación. Aquel estúpido buscador de 'placeres', hasta las orejas de heliovoltios y parches de a saber qué, estaba muy excitado.
Realmente yo no tenía ni idea de lo que le había metido en la cabeza. Era un prototipo robado de MedicalReingenier.
A mis manos llegan muchas cosas valiosas que la gente no sabe utilizar. También llegan personas muy extrañas que no sé como se enteran de mis adquisiciones.
La información está en el aire, supongo.
Yo solo hago pruebas y busco posibles compradores. Pero no soy un camello de tecnología.
Hace tiempo decidí que no pesara en mi conciencia nada de esto, así que simplemente robo tecnología más o menos segura, que las compañías esperan a publicar según la futurible demanda sea rentable o no, y la vendo al mejor postor, rápidamente.
Lejos está el tiempo en que me forraba con los virus de implantación de personalidad.
Pero ahora el mercado sumergido, las necesidades ocultas de la gente, son muy diferentes.

- Pero entonces, ¿qué ha sentido?
- hummmm, creo que NOSTALGIA !
- ah ....

Me sentí un poco decepcionado. La gente describía las sensaciones con anacronismos que no me decían nada. Tampoco sabía muy bien que quería obtener con esa pregunta, casi todos los que venían a mi
buscando alguna cosa, acababan con esa mierda del 'cansancio o del aburrimiento de la felicidad'.
El anodino sistema social que habíamos creado, de manera consensuada, había acabado con la felicidad a base de quitarle su necesario contrapunto.
Todas esas emociones "dolorosas o desagradables" estaban envueltas en una espesa niebla para nosotros los posthumanos. Sabíamos que habían existido, pero jamás las habíamos experimentado.

Desde las más simples como la ira hasta las más complejas como el miedo existencial habían ido desapareciendo a través de mejoras y cambios fisiológicos, psicológicos y sociales.
El posthumano no tiene miedo a morir, simplemente se aburre de vivir.

La nueva moda se gestó con los coleccionistas e investigadores.
Éstos comenzaron a almacenar y procesar la información referente a los humanos de los siglos XX - XXVII, a través de información almacenada en las antiguas máquinas de soporte. Encontraron una estructura bastante compleja de comunicación e intercambio de información: redes sociales, mensajería instantánea, correos electrónicos, búsquedas comunes, foros, galerías autobiográficas...
Con esa información empezaron a crear los perfiles de esos humanos y se maravillaban de los enormes huecos en la consistencia de su psique. Lo endebles y frágiles que eran, la capacidad tan pequeña con la que contaban para procesar y entender sus propios cambios y evoluciones psicológicas. Y el mínimo común divisor: la búsqueda de la felicidad entre tanta desesperación.
Era como ver el instante en que un copo de nieve, tan complejo, único y precioso, se disuelve creando una gota igual que todas las demás.
No sabíamos porqué, pero esas sensaciones se nos antojaron emocionantes y renovadoras, y toda la gente anhelaba sentirlas.

Así que desde un montón de empresas de RV y de ingeniería de la salud mental, se empezaron a realizar estudios y aproximaciones para dar cobertura a la nueva necesidad social, volver a sentir lo que se nos había arrebatado para poder ser felices: el dolor, la tristeza, la congoja, la pena...

La felicidad es un ciclo de pretensiones.
Las expectativas son falsos amigos.
La curiosidad por conocer lo desconocido es sin duda uno de los placeres más puros.

Toda esa información empezó a ser morbosamente interesante para muchos posthumanos y se creó un espacio bastante grande en los mercados negros para traficar con ella: una nueva droga se había gestado, soportada por una nueva necesidad: entender qué se siente cuando uno es inestable emocionalmente.
Los jonkis de la tristeza empezaban a vagar por las calles.
Empezabas a ver gente caminando sola, cabizbaja, ensimismada.
Otros, con menos heliovoltios que gastar en el mercado negro, buceaban en otras sensaciones también nuevas para nosotros. Así nació también una moda menos aceptada socialmente: Painwave, el arte de la tortura. pasar hambre, lacerarse, cortarse algún miembro no cyborizado. Es un ejercicio realmente complicado para un posthumano, por lo que necesitas modificaciones en los centros mejorados de nociocepción. Deshacer las mejoras implantadas: una nueva moda peligrosa.
Empezó a haber muertes no justificadas ni solicitadas, se generó un ambiente turbio y oscuro, pero también se empezaron a crear obras de arte nuevas y espectaculares. No necesitabas ningún plugin para aprehenderlas.

Mis pensamientos se diluyeron con el siguiente "cliente", una muchacha muy joven que entró por la puerta y me miró largamente a los ojos. Sus ojos chispeantes contenían curiosidad infinita y seguridad. Se tumbó en la camilla sin que la dijera nada. Conectó los bornes a sus terminales. Cerró los ojos por un segundo, pude ver los implantes oculares externos bellamente maquillados: estaba observándome mientras se hacía la dormida. Sin mover ningún músculo más de los necesarios, me dijo:

- Hazme daño, si puedes.

De alguna manera indirecta, esa frase se coló por alguna puerta trasera de mi módulo de control de excitación y lo que no terminé de hacer con aquel papanatas que había entrado primero, fue mi único objetivo en ese momento.
Quería darle a esa chica lo que me pedía, pero realmente no sabía si sabría hacerlo.
No conocía aquella sensación que buscaba, no entendía demasiado bien como se manejaba aquel software, solo quería que ella me trajera de vuelta una buena explicación de lo que se sentía, y de paso aprovechar para que me lo contara en una cita que tenía una perfecta justificación.
Conecté el visor del programa a mi cabeza y jugué con algunas parametrizaciones. El lenguaje de querys no era muy claro pero más o menos podía entender que había diferentes rangos e intensidades. Lancé varias peticiones y de vez en cuando me quitaba el visor para ver sus reacciones: NINGUNA.
Su cara no emitía ninguna emoción.
Seguí lanzando más y más, subiendo intensidades y cambiando parámetros hasta que oí un ruido extraño.
Cuando me quité el visor, vi a la chica incorporada en la camilla con el vómito resbalando por su hermosa barbilla, y mirándome con sorpresa y una expresión que mi módulo empático no supo descifrar.

- Oye, ¿estás bien?
- No lo sé. Nunca me había pasado esto.
- ¿qué has sentido?
- Según he leído, esto que he vivido sería pánico o repulsa. No lo tengo muy claro.
- Parece que sabes de lo que hablas.
- Llego investigando desde hace tiempo...


Observé que la tonalidad de su brazo izquierdo todavía no se había mimetizado completamente con el resto de su cuerpo, así que supe en ese instante que era una de esos painwavers que había cortado uno de sus brazos. La idea de tener una cita con ella me pareció ahora un poco peligrosa.
Pero sin duda en la pelea entre mi curiosidad contra mi voluntad, yo apostaría por la primera.

- Quieres contármelo mientras consumimos algo?
- De acuerdo.

Cerré el tinglado y salimos a un centro de consumo cercano.

Me habló de un montón de cosas: tenía una hermana pequeña, que había desaparecido hacía relativamente tres meses, con un problema de adaptación psicológica bastante fuerte. La pobre había nacido con un cerebro todavía inmaduro y con demasiadas trazas humanas. Así que esas emociones que eran inalcanzables para nosotros, su hermana las podía sentir.
Ella había estudiado desde que se enteró del problema de su hermana, y ahora estaba buscando pistas de donde podría estar, a través de una investigación de campo: quizá si seguía sus emociones, podría encontrarla.
Me contó que la pequeña hermana estaba suscrita a un programa psicológico que, en su opinión, había acabado por joderla aún más, así que también estaba buscando al responsable de esa RV terapéutica.
De repente en medio de la conversación frunció los labios y las cejas, cerró los ojos y se tapó la cara.
Me dijo que no se encontraba bien, y que iba un momento al reservado.

Pasaron suficientes minutos como para saber que algo no iba bien, así que le dije a un androide que se introdujera en el baño para buscarla. Antes de que el androide entrara en el reservado, yo ya había salido corriendo hacía mi sala de pruebas para ofuscar todo el software de MedicalReingenier... Sabía que a esa chica le había pasado algo debido a lo que le había metido en la cabeza, y no quería que me relacionaran con nada de eso.

Después de hacer una limpieza exhaustiva me dirigí de nuevo al centro de consumo. Encontré al androide rodeado de agentes en la puerta.
Me hicieron algunas preguntas, pero el caso quedó cerrado bastante rápido: era una de esas painwavers  y se había metido un chute de dolor que no había sabido aguantar. Yacía en el reservado con la cabeza metida en una de las válvulas de carga de energía para tecnomascotas y olía a plástico quemado.
Por lo visto, según el término técnico de los agentes, se había suicidado.
En sus manos, crispadas por el rigor mortis, aparecía parte de su bello cabello, que había arrancado de manera violenta.

Los agentes, puros ejemplos de la eficiencia, cerraron el informe en el segundo y se marcharon.

Me dirigí con rumbo a ningún sitio, hacía la salida, cuando el androide al que había avisado se me acercó por detrás y me dijo "no pude evitarlo!" y me entregó un plug de memoria, enredado en una maraña de pelos.

Lo metí en mi bolsillo y salí de ahí con aire circunspecto: la droga era buena, solo tenía que aprender a cortarla.

lunes, 10 de febrero de 2014

Laberinto sin salida

- Hola, buenas tardes, por favor, pulsen el enlace de privacidad en sus consolas y realicen la autenticación para unirse a esta reunión. Bienvenidos.
- Gracias.
- Empezamos?
- Sí, creo que no son necesarias presentaciones... 
- Bueno, solo una quizá: doctor Bohmar, es el psicomatemático que planteó el experimento.
- Buenas tardes, señor Bohmar.

Bohmar miró uno a uno a aquellos auditores, tratando de descifrar quien les estaría pagando. Si lo supiera con certeza, no le sería difícil adaptar su comportamiento de una manera u otra, para que se sintieran cómodos y tranquilos, y le dejaran en paz.
Los auditores de seguridad comercial virtual siempre están pagados por una gran corporación. Al fin y al cabo los conceptos de bien y de mal pertenecen a dios, y hoy en día DIOS es el acrónimo de alguna corporación.

- Si es tan amable, háganos un pequeño resumen del funcionamiento y del objetivo del experimento.
- El funcionamiento es, como el de todos los experimentos, la toma de datos y su paso a gráficas de contraste.  El objetivo es saber si diferentes grupos de pertenencia de los detectados, normalizados y listados en los centros de relaciones humanas, tienen "capacidad de mutación".
- En concreto, ¿para qué le solicitaron este experimento?

Meditó su respuesta, de hecho, eligió una de las posibles respuestas a esa pregunta, que tantas veces se había planteado. La verdad era simple: curiosidad. Más sinceramente, sacarse una espina del costado. Sin embargo optó por la corporativa:

- Ya saben que nuestro holding tiene diversos productos para muy distintos clientes. Queríamos saber la capacidad que  tendrían éstos de adaptarse a las pequeñas variaciones de los producos, para finalmente "VENDERLES TODO A TODOS", sin que se dieran cuenta realmente que ese algo diferente y especial que están comprando, es el mismo producto en todos los casos. De igual manera queríamos testear si la información que obtenemos a través de las CCH sobre nuestros clientes es correcta, concreta y está actualizada.
- Entiendo

Rió por dentro. "Entiendes?, seguro que lo entiendes... es una mentira, ese lenguaje lo entendéis muy bien"

- Por favor, continúe. ¿se trata de un experimento real o virtual? Es decir, ¿utiliza a personas físicas o a reproducciones digitales?
- Son todo simulaciones digitales 

Mintió de nuevo.

- De acuerdo, para pasar a valorar el estado moral de su experimento, necesitamos el dosier del análisis y la memoria completa del experimento. También los tratados de calidad ISO2399/85 e ISO-UA56755.
  Por favor, si es tan amable de enviarla a este servidor...

Le envió una dirección a su consola personal y Bohmar realizó el envío automáticamente.

- Aún así, ¿podría describir más o menos el experimento?
- Desde luego. 

Se aclaró la voz. Tomo una pose académica y mirando a un punto por encima del dispositivo de grabación comenzó:
 
Los soltamos a todos en el mismo laberinto virtual. 
Cada uno empieza por "una puerta". 
La recompensa, claro, no es un plato con arroz, es que se encuentren unos a otros.
El laberinto siempre tiene solución, para todos los grupos.
El estudio se basa en saber hasta que punto la complicación del recorrido, y los "falsos destinos", hacen que no cumplan el objetivo, y estudiar de paso los diferentes grados de adaptación a las distintas situaciones.

Por tanto, el éxito es que todos los individuos queden agrupados, ordenados, según un patrón. 
El patrón es un dato que extraemos de los centros de conexiones humanas, como sabrá sus mindmiches están especializadas en clasificar personas para unirlas en grupos de relaciones consistentes. Queremos saber si las máquinas están bien calibradas con experimentos como estos. Y aprovechar la información colateral para mejorar nuestros sistemas de ventas.

(En este punto, se paró para autoconvencerse de que ese era el objetivo)

Inicialmente son varios individuos, cada uno clasificado, para resumir, por un color. 
Nosotros sabemos que color tiene cada uno. Ellos no.
Así que al entrar en el laberinto, todos se ven, a sí mismos y a los demás, grises. 
Otra cosa es el color con el que salen...

Es como un tablero de parchís... no sé si conocerán el juego. 
Así cada individuo han de encontrar el destino de su color y agruparse con el resto de individuos de su color. La forma de llegar a su destino, que llamamos "casa", es la toma de decisiones.

Se trata de un laberinto multinivel, con miles de bifurcaciones en las que se tiene que elegir entre una opción u otra, guiando así su propio destino. 
Obviamente se puede llegar a distintas "casas", y muchos de ellos piensan que, cuando han llegado a una, han ganado. 
Pero si en la casa, las personas que ya han llegado, si es que han llegado, no son de su mismo color,
entonces tenemos lo que llamamos "falso destino". 
Algo así como "Tus decisiones te han llevado a otro color distinto del que las máquinas pensaban que eras"

Insisto en que el color con el que ellos se identifican es el gris. Solo cuando dos o más homocromos (los de su mismo color) llegan a "una casa", los colores se desvelan. Llegados a ese punto, toman su color de origen. 

De esa forma es muy fácil para nosotros y para ellos diferenciar el éxito del fracaso.

Se dan situaciones muy curiosas, que son las que estamos estudiando ahora. 
Por ejemplo se ha dado el caso de personas que llegan a un destino correcto, correspondiente con su 
color, pero no así sus homocromos. Por tanto están "solos en casa".
Ese caso en particular nos parece muy interesante, porque entonces las personas en ese estado casi siempre piensan que se han confundido. Y, o bien vuelven para atrás eligiendo cualquier otra cosa en las bifurcaciones, llegando lamentablemente siempre a "falsos destinos", o se quedan sin agrupar, solos. En cualquiera de los dos casos, estamos hablando de fracaso.

Luego está el caso en que dos o más homocromos llegan a una casa, que no se corresponde con su color: los azules están agrupados, pero han llegado todos a la casa verde. En ese punto decimos que las mindmiches han hecho un buen trabajo y que nosotros no hemos sabido ponderar correctamente el laberinto de decisiones.

Por otro lado está el caso en que un individuo llega a una casa de otro color, pero decide quedarse.
Ese es uno de los hitos más interesantes del experimento: saber si serán capaces de modificar su color, mutando al color predominante en el destino, o si por el contrario saldrán de ahí buscando otro camino. Con eso queremos demostrar que en todos los distintos grupos de homocromos se cumplen las mismas proporciones de personas adaptables, o conformistas, como lo quieras llamar, y se distinguen de lo que llamamos estandartes.
Los adaptables son nuestro "mercado target".
Los estandartes nos darían una idea de qué nuevos productos deberíamos crear para cumplir con sus necesidades.
Es curioso que, si hiciéramos una encuesta previa, los individuos raramente sabrían el color que tienen.
El "camino" es bastante largo, y tiene muchas bifurcaciones, por lo que es comprensible que en un determinado momento haya personas que se queden en un destino, incluso cuando su color no coincide para nada con los existentes.
Incluso cuando la adaptación sea difícil o fallida.
Es muy complicado para un naranja, coexistir con un azul, y hemos visto casos en los que, de tantos
intentos de adaptación, las personas se quedaban en estado gris incluso en el caso de estar su propia "casa".

No hay muchos que tengan el coraje, vamos a llamarle coraje, de volver a salir por la puerta y buscar de nuevo un camino y seguirlo en pos de la verdadera integración. 
Hay algunos que se quedan en recovecos, o van de bifurcación en bifurcación, en bucle. 
Después de un tiempo determinado, los sacamos del experimento, también, como fallidos.

Esto sería a grandes rasgos el experimento. 
Por supuesto en el dosier podrán ver toda la casuística que se ha dado durante el tiempo del experimento.

Silencio. Bohmar no temía nada. Era un experimento normal como cualquier otro.

- Por cierto ¿cuánto tiempo llevan de experimento?
- 32 años

Silencio

- Entiendo

En la cabeza de Bohmar, una especie de cortocircuito le provocó un pequeño sofoco, pero no sabía localizar donde estaba el fuego.
No fue el caso del auditor jefe. Que anotó de manera privada aquel dato.

De esa manera el doctor Bohmar fue interceptado pasadas dos semanas para su procesamiento.

El dato de los 32 años había sido decisivo para el auditor para saber que el doctor había mentido. La tecnología de simulación de comportamiento humano era una técnica relativamente nueva que se había implantado hacía escasos 22 años, cuando se consiguió la persistencia de metaconsciencia en las mindmiches.
Ademas, había anotado la frase "De esa forma es muy fácil para nosotros y para ellos diferenciar el éxito del fracaso." Le había parecido interesante que los objetos de estudio también manejaran esos conceptos, puesto que entonces el experimento no era completamente aséptico.

En la realidad el experimento se estaba realizando con personas físicas, conectadas a RV, perdidas en un laberinto, viviendo una vida que nada tenía que ver con la realidad.
En la que solo existían pasillos, salas de colores y seres grises. En la que las decisiones del día a día estaban
arquitectónicamente descritas por paredes. En la que los problemas eran corredores sin salida, donde sólo valía dar la vuelta y proseguir. En la que la felicidad significaba verte rodeado siempre por un mismo
color.

Tiempo después se supieron los motivos del profesor: amante de la música y el arte, fue destinado por el error (o un virus) de un CCH a un grupo de pertenencia que le hizo tener que adaptarse a la rectitud de la ciencia y la tecnología y olvidar su maravillosa sensibilidad y ternura para arte. Esas lucha interior le llevó a realizar una bonita sonata para un solo instrumento: el primer "jugador" en su laberinto fue el psicomatemático jefe que programó las mindmiches que encerraron al doctor "el la casa del color erróneo".




lunes, 3 de febrero de 2014

Hijos a la carta

Llevaban ya varios meses con la autorización regularizada de procreación y educación encima de la mesa, y con cientos de catálogos online por estudiar y contrastar.
Ella estaba tan emocionada por la noticia que me pareció que siempre había querido "tener" un hijo solo para pregonarlo y festejarlo, como si lo que viniera después pareciera intrascendente.
Él por su parte, tan a juego, tan bien combinado con ella, lo quería para poder tener otra "cosa" que solo estuviera a disposición de algunos.
Tener un hijo, aunque no fuera al modo de las reservas, al viejo modo, era un lujo que muy pocos se podían permitir.
Yo, por mi parte, estaba convencida de la magnitud de lo erróneo de esa decisión, y simplemente esperaba, muy entusiasmada porque, aunque lo veía como una aberración, sería un nuevo juguete para mi, sería una nueva experiencia de las que, como dicen en las nuevas olas de información, no se puede sentir desde una consola.
No sería exactamente su hermana, ya que yo simplemente era un juguete comprado por ellos, pero me sentiría como tal.
Al fin y al cabo a mi me utilizaban como otra muestra de poder: era una muerta de hambre de un nivel muy inferior al suyo y ellos recurrieron a lo que llaman altruismo productivo para darme cobijo y amor, lo que se puede traducir a una buena conexión a un RV, la suscripción a varios deportes online, avatares variados, comida, agua, oxígeno de calidad y luz solar tratada: es decir, lujo.
Mi cambio de vida fue una bendición, pude dejar de tomarme esos preparados asquerosos para el procesado de calcio y otras sustancias que los habitantes de los túneles necesitan como el limón los marineros del viejo mundo.
Eso ya era agua pasada, ahora podía tener lo que nunca imaginé que hubiera podido desear, y mucho más.
Y dentro de poco, un nuevo miembro de la familia.

Ellos no lo sabían, pero en una partición pequeña y protegida de mi cerebro, albergaba un odio intenso e irracional contra ellos.
Odiaba el favor que me habían hecho.
Odiaba deber algo a los que todo lo tenían.
Pero nunca lo dejaba salir. Estaba celosamente atado por todas las cadenas de displicencia y cerrado con un candado de cordura y supervivencia.
Pero ese trocito de mi empezó a vibrar cuando me enteré de la noticia...

- querida, al fin ha llegado, debes tener la confirmación tu también en tu consola, ahora tenemos mucho trabajo por hacer
- oh! no puede ser! no puedo ser tan feliz! al fin mi propio hijo
- de verdad que quieres que sea un chico?
- oh, no me hagas dudar ya en el primer formulario, son por lo menos 70 de ellos, si estamos así con la primera opción, no quiero ni pensar cuando nos toquen las 'habilidades cognitivas', o la selección de oyuelos, o la predicción a futuro de la forma de su pelo y el color de su futura barba, será imposible si no nos ponemos de acuerdo en las cosas más básicas
- bueno, tu verás, es tu regalo, yo solo quiero que porte al menos el 34% de mis genes ancestrales
- oh, querido, que vanalidad... a saber lo que tiene ese 34% que podamos aprovechar

la conversación era siempre así.
Los niños por encargo son un dolor de cabeza para muchas familias adineradas que se pueden permitir aumentar la población.
Como retorcida analogía, las clínicas les dan nueve meses para seleccionar todo el perfil físico y psicológico de su descendiente. Luego toman un porcentaje de los ADN de todos los representantes de la familia (o de los que paguen la cifra concreta en heliovoltios a futuro) y generan el bebé que nace con lo que antes sería aproximandamente 6 meses tras un supuesto parto.
Las madres no los llevan en sus vientres, ni ellos crecen a una velocidad natural. Pero resultan perfectos.

Perfecto: así querían a mi "hermanito".

Yo no quería odiarle antes de verle, antes de conocerle, pero era inevitable para mi.
Me convertiría el objeto de comparación más morboso: la niña del subsuelo contra el ser de perfecta creación. Yo no necesita el amor que ellos pensaban darle a él. Yo solo necesitaba no sentirme más humillada. Era lo único en lo que podía pensar.
Así que aquel día, tras nueve meses de customización, mientras estaban conectados a la RV de "perversiones", me introduje en sus consolas.
Encontré rápidamente el enlace a los formularios. Ya tenían rellenada toda la información sobre él.
Tenían la opción de envío marcada para el día siguiente por la mañana, supongo que por eso se habían conectado a esa maldita RV, para celebrarlo.
En los pequeños detalles es donde habían trabajado más: tener alguna peca identificativa, crear algún pequeño tic nervioso durante los primeros 8 años de edad, implantar un módulo de seguimiento que se disolviera con los años, cosas nimias...
En todos los demás apartados habían seleccionado la "opción recomendada".
Entré en el apartado de "habilidades cognitivas y temperamento emocional" y en todas las opciones acompañadas de una señal de alarma, modifiqué los valores, un poco arbitrariamente, sin mirarlas demasiado, solo para que todos tuviéramos al menos un poco de sorpresas en la vida. Lo hice de tal manera que no pudieran detectar nada, puesto que en el slider de "edad de emergencia de la cualidad", puse exactamente mi edad: 14 años.

Ahora tenía un plan genial: tenía que conseguir estar lejos de ahí cuando ese niño encantador y perfecto llegara a los 14 años de edad y empezaran a afilar sus propios demonios, programados a dedillo por aquella que, antes de la fecha indicada, más le querría, sinceramente.
Lejos como para no estar en el radio de acción de esa bomba de relojería, pero cerca como para poder apreciar el rostro sorprendido, por primera vez en sus vidas, de papá y mamá.