Recuerdo el día que le conocí.
Llevábamos tiempo debatiendo sobre
ciencia, ética y tecnología de forma anómina, los avances
tecnológicos crecian de forma exponencial, habian demostrado la
inesixtencia de Dios y fue una gran inversión para todos aquellos
empresarios y tecnócratas de CCH. El pánico se apoderó de la gente
hasta que el presidente de turno se encargó de informar sobre la
plenitud electa de una Nueva Vida Mejor. Habian prometido suprimir
toda expericiencia negativa relacionada con la muerte y a la vez
proteger los intereses del estado , el mejor negocio de este siglo, sin
duda. Empezaba a surgir una nueva clase social los “rechazados”.
Habíamos quedado en el café .
Yo llegaba tarde y embriagada de
invierno.
Si el calor mantuviera un orden lógico
hubiera llegado al punto exacto de tu geolocalozación solo
rompiendo con cada paso un círculo concéntrico.
Me senté a tu lado, pedimos un café.
No era tarde, nunca es tarde cuando no
hay prisa.
Tal vez ya éramos la parte viviente
del experimento del centro de relaciones humanas, que buscaban
alcanzar el pensamiento único, ya sabes, toda esa moda de unificar
sueños, para que todos tuviéramos una vida deseable diseñada según
ciertos criterios sometidos a votación popular, Pero sin duda éramos
una nueva resistencia, una minoría silenciosa.
A mi me resultaba irónico someterme a
la eterna e integra prosperidad de la mayoría, cuando no se habían
preocupado aún de si había sonreído en “vida”.
Justo ahora estás aquí. Te admiraba
por tu entusiasmo. Yo aún estaba estudiando la carrera. Me serví
otro café.
Te serví otra taza de café .
Dejó su reloj sobre la mesa.
Tras charlar durante horas, me expuso
su nuevo proyecto, el filtro sonno, era un cibercaptador de
neurotransmisores basado en datos robados a NeusVitta.
Era un seguro de vida, capaz de
reconducirte a la realidad, tal cual la conocíamos sin retorno, sólo
necesitarias “algo” que te desconectara en el momento oportuno.
¿Y cuál seria ese momento? .
“Bien, la eterna felicidad es una
utopía” me decias mientras me mirabas fijamente a los ojos.
Mientras yo me deslizaba por cada una
de tus pestañas con sumo cuidado siguiendo el sentido de la
descomposición de la luz.
“Nadie ni nada nos garantiza mantener
los niveles de estímulos necesarios para no caer en el hedonismo
adaptativo, y no quiero ser un cuerpo parcheado de dopamizepan, no
quiero que usen mi cuerpo como generador de heliovoltios para fines
lucrativos.”
Yo asentía.
“ He estudiado minuciosamente los
datos del sistema de conexiones humanas, el programa contra el
sufrimiento es bastante mediocre, no son más que reconducciones a
otro tipo de recuerdos, vidas familiares, paisajes soleados,
gatitos,.. Este filtro tiene una instalación artesanal a nivel de la
corteza cerebelosa, detecta tu niveles de dopamina y serotonina de
forma instantánea, de modo que al sufrir una alteración procederá
a la autodestrucción , proporcionándote una muerte real y a tiempo.”
Mientras en mi cabeza seguías bajando
por mi húmeda entrepierna avanzando hasta arrancarme la espina
dorsal. Mis costillas se abrian en orden ascendente cual sinfonía de
Schubert, penetraste en mi sangre y te expandiste por todo mi
torrente circulatorio.
Una cosa era el misticismo onírico por
escasez de altura y otra la sensualidad del humilde artesano.
Te salvó la elegancia.
- Eh! pareces distraída...
- Trato de envenenar la realidad
- ¿Cómo?
- Para llenar mi diario de vida mental , guardo recuerdos para el resto de mi vida...
- Jajaja, eres tu propio centro de conexiones humanas, ¿lo sabes?
- Si.. está bien, ¿Cuánto vale?
- Nada, aún es experimental. Serías la primera.
- Bien, acepto el trato.
- Ok.
- Sabes... solo podría morir sin angustia su supiera que el mundo se iba a acabar conmigo.Ah!, Te invitó al café.(justo ahora ya no estas aqui)
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