viernes, 10 de enero de 2014

Relato 6.0


Recuerdo el día que le conocí.
Llevábamos tiempo debatiendo sobre ciencia, ética y tecnología de forma anómina, los avances tecnológicos crecian de forma exponencial, habian demostrado la inesixtencia de Dios y fue una gran inversión para todos aquellos empresarios y tecnócratas de CCH. El pánico se apoderó de la gente hasta que el presidente de turno se encargó de informar sobre la plenitud electa de una Nueva Vida Mejor. Habian prometido suprimir toda expericiencia negativa relacionada con la muerte y a la vez proteger los intereses del estado , el mejor negocio de este siglo, sin duda. Empezaba a surgir una nueva clase social los “rechazados”.

Habíamos quedado en el café .
Yo llegaba tarde y embriagada de invierno.

Si el calor mantuviera un orden lógico hubiera llegado al punto exacto de tu geolocalozación solo rompiendo con cada paso un círculo concéntrico.
Me senté a tu lado, pedimos un café.
No era tarde, nunca es tarde cuando no hay prisa.
Tal vez ya éramos la parte viviente del experimento del centro de relaciones humanas, que buscaban alcanzar el pensamiento único, ya sabes, toda esa moda de unificar sueños, para que todos tuviéramos una vida deseable diseñada según ciertos criterios sometidos a votación popular, Pero sin duda éramos una nueva resistencia, una minoría silenciosa.
A mi me resultaba irónico someterme a la eterna e integra prosperidad de la mayoría, cuando no se habían preocupado aún de si había sonreído en “vida”.


Justo ahora estás aquí. Te admiraba por tu entusiasmo. Yo aún estaba estudiando la carrera. Me serví otro café.
Te serví otra taza de café .
Dejó su reloj sobre la mesa.

Tras charlar durante horas, me expuso su nuevo proyecto, el filtro sonno, era un cibercaptador de neurotransmisores basado en datos robados a NeusVitta.
Era un seguro de vida, capaz de reconducirte a la realidad, tal cual la conocíamos sin retorno, sólo necesitarias “algo” que te desconectara en el momento oportuno. ¿Y cuál seria ese momento? .

“Bien, la eterna felicidad es una utopía” me decias mientras me mirabas fijamente a los ojos.

Mientras yo me deslizaba por cada una de tus pestañas con sumo cuidado siguiendo el sentido de la descomposición de la luz.


“Nadie ni nada nos garantiza mantener los niveles de estímulos necesarios para no caer en el hedonismo adaptativo, y no quiero ser un cuerpo parcheado de dopamizepan, no quiero que usen mi cuerpo como generador de heliovoltios para fines lucrativos.”

Yo asentía.

“ He estudiado minuciosamente los datos del sistema de conexiones humanas, el programa contra el sufrimiento es bastante mediocre, no son más que reconducciones a otro tipo de recuerdos, vidas familiares, paisajes soleados, gatitos,.. Este filtro tiene una instalación artesanal a nivel de la corteza cerebelosa, detecta tu niveles de dopamina y serotonina de forma instantánea, de modo que al sufrir una alteración procederá a la autodestrucción , proporcionándote una muerte real y a tiempo.”

Mientras en mi cabeza seguías bajando por mi húmeda entrepierna avanzando hasta arrancarme la espina dorsal. Mis costillas se abrian en orden ascendente cual sinfonía de Schubert, penetraste en mi sangre y te expandiste por todo mi torrente circulatorio.
Una cosa era el misticismo onírico por escasez de altura y otra la sensualidad del humilde artesano.
Te salvó la elegancia.

  • Eh! pareces distraída...
  • Trato de envenenar la realidad
  • ¿Cómo?
  • Para llenar mi diario de vida mental , guardo recuerdos para el resto de mi vida...
  • Jajaja, eres tu propio centro de conexiones humanas, ¿lo sabes?
  • Si.. está bien, ¿Cuánto vale?
  • Nada, aún es experimental. Serías la primera.
  • Bien, acepto el trato.
  • Ok.
  • Sabes... solo podría morir sin angustia su supiera que el mundo se iba a acabar conmigo.
    Ah!, Te invitó al café.


    (justo ahora ya no estas aqui)

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