Tuvimos dos pequeñas ¿te acuerdas? desde el primer dia que las vi supe que ese era mi destino.
Ninguna otra cosa en la vida me ha importado tanto, incluso tú me pareciste simplemente un medio en ese momento.
Incluso tú perdiste todo valor que hasta entonces te había concedido.
Aquella creación era la más importante.
Indescriptiblemente más transcendental que cualquier otro momento de mi existencia.
Las dos habían sido deseadas, queridas, diseñadas y preprogramadas con cariño y mimo.
Habíamos invertido gran parte de nuestros ahorros y de nuestro tiempo en que tuvieran los ingredientes necesarios para la genialidad.
Incluso yo, que trabajaba en el centro de preconcepción más prestigioso de la corporación BetaSolutions, arriesgué mi integridad, mi carrera y mi propio cuello para que fueran perfectas.
Bueno, la perfección no era nuestra meta, porque éramos realistas también, pero desde luego queríamos algo que se acercara mucho.
Nos decíamos a nosotros mismos que solo queríamos lo mejor para ellas.
Ahora, recordando todo esto, pienso que siempre fue más bien que queríamos lo mejor para nosotros.
Los engaños de la mente para satisfacerse a sí misma son tan elaborados y precisos que rara vez es posible detectarlos.
Recuerdo mis excursiones por las distintas plantas del centro de preconcepción, como me hacía la despistada cuando me cruzaba con alguien, como cada día cambiaba mi avatar para que no pudieran reconocerme a menos que me preguntaran por mi verdadera identificación.
Recuerdo mi corazón latiendo a mil revoluciones mientras entraba en los servidores de estadísticas genéticas para recuperar información relevante.
También te recuerdo a ti, construyendo todas aquellas fortalezas lógicas para que pudiera trabajar sin interrupción y sin llamar la atención desde cualquier terminal del centro.
Recuerdo tus ojos mirándome con excitada pasión cuando nos encontrábamos en nuestro habitáculo y yo descargaba información clasificada como "de alto rango social" que había robado gracias a tus enormes dotes de camuflaje cibernético.
Me acuerdo muy bien de las miradas de los otros técnicos, mejor clasificados, mejor pagados que yo, que me miraban por encima del hombro al ver el color obligatorio de mi uniforme, y como yo sonreía internamente pensando que sería la madre de una criatura que podría mirarles a todos ellos desde lo más alto.
Crecimos en un entorno difícil tu y yo.
Donde destacar no estaba en nuestra mano, donde la posición que ocupabas no cambiaría nunca.
Sin embargo nuestras ansias de proyección no estaban en los rangos normales.
De esa manera nos conectamos a través de un CCH y cuando empezamos a ser sinceros el uno con el otro, nació el proyecto de nuestras vidas, por el que pondríamos encima de la mesa todas las fichas que teníamos.
Fue un proceso realmente complicado, y desde luego no estuvo exento de peligro.
Tras recombinar de manera manual y sin la asistencia de verdaderos técnicos de programación de ADN, todo el material recuperado y sobreimpreso en células madre, sin una mindmachine que confirmara
que los entrecruzamientos cromosómicos no serían peligrosos, realizamos el ritual más íntimo y profundo que nunca hubiéramos podido vivir.
Tú, con las células de un pelo de tu barba, y yo con las de una de mis uñas, juntos con el olor de las enzimas catalizadoras en el aire... fue la experiencia de nuestras vidas.
Nos reíamos nerviosos pero confiados.
Recuerdo que la pasión recorría nuestros cuerpos y nuestros cerebros y que nuestros terminales de salud no dejaban de parpadear nerviosos. Como nos amamos esa noche, de que manera nos deboramos para finalizar el rito.
Si algo salía mal yo tenía algunos contactos en la clínica como para cubrirme las espaldas y sobrevivir, pero nunca tuve la certeza.
Lo habíamos calculado todo cuidadosamente, aunque también tuvimos mucha suerte.
Si.
Tuvimos mucha suerte.
En apenas 6 semanas la prueba antropomórfica dio positiva, y supimos que al menos aquello que se reproducía en mi interior tenía 23 cromosomas que incluían tu información, la mía, y la de millones de genes recombinados, potenciados, mejorados, que nunca hubieran estado a nuestro alcance.
En la semana 18 los resultados de la prueba de Trinquete de Muller dieron negativo y nuestras expectativas crecían y crecían, como mi vientre.
Suerte que los avatares no experimentan cambios que no quieras manifestar, y que nuestras relaciones sociales eran más bien reducidas, puesto que gracias a eso nadie pudo detectar mi embarazo.
En nuestro nivel social el intercambio de información genética era totalmente innecesario y por tanto ilegal.
Cuando supimos que no era una criatura, si no dos, y que además serían mujeres también, aquello nos llenó de una felicidad explosiva.
Yo escaneaba mis constantes vitales y la de las pequeñas en el centro, disimulando a última hora de mi turno y a toda prisa mientras tu cancelabas los locks de seguridad de la planta de seguimiento de embriones.
Todo iba bien.
Nos explotó en la cara el problema de a dónde podríamos huir cuando nuestra única y planeada opción se vino abajo.
Aquello de viajar a las reservas con la excusa de recuperar cierta cantidad de heliovoltios que estaban en tu poder tras la muerte de una de las ramas "ancestrales" de tu familia se nos denegó por ser una "inversión de capital fácilmente aplicable a otros objetivos, con el fin de aumentar la eficacia de transacciones".
Pero lo más difícil estaba hecho, y no nos íbamos a rendir por eso.
Así que huimos, huimos a las reservas sin tener claro siquiera donde estaban o como llegaríamos.
Con ayuda de los rechazados, pero ocultándoles nuestra receta genética secreta, pudimos alcanzar la frontera de las reservas y nos dimos cuenta de que la libertad que nos ofrecían era mucho más valiosa que todas las comodidades ofrecidas por nuestro mundo.
No quiero hablar de un parto sin asistencia técnica.
No puedo ni recordarlo sin estremecerme de arriba a abajo.
Solo sé que pensé durante mucho tiempo, con extrañeza, como era posible que nuestra raza hubiera llegado a lo que somos con un método de transmisión y generación de seres tan dolorosa e ineficaz.
Pero es como recordar solo el dolor de la primera vez que te trepanan el cráneo para implantar un cybercomplemento y no recordar todas las satisfacciones que te proporciona después.
No sería justo.
Así nacieron ellas.
Así crecieron.
No pudimos mantenernos mucho tiempo en las reservas, "ellos" se dieron cuenta en seguida de que las pequeñas no eran, no podían ser, el simple resultado de ti y de mi.
Así que volvimos, no sin dificultades, a vivir como la más baja estofa de la sociedad en una de las ciudades funcionales más pobladas del planeta.
Empezamos desde abajo, pero desde el principio, ellas [Eiliv y Månen], demostraron tener las dotes apropiadas para sobrevivir y hacer que nosotros sobreviviéramos también.
No fue difícil que destacaran, aún a través de mentiras, engaños, filtraciones y modificaciones en sus identificaciones (que tan bien les enseñaste tu) en la sociedad, y recuerdo con orgullo y tristeza el día que, con 8 años nos comunicaron que no podrían vernos más. Que tenían que abandonarnos para poder hacernos sentir orgullosos.
Todavía tengo pegada a la piel la sensación de sus manitas separándose de la mía, y a cámara lenta repaso los 6 o 7 segundos que tardaron en salir del pequeño habitáculo en el que vivíamos.
Seguimos todos sus avances durante años, y cuando nos mirábamos a los ojos, el orgullo brotaba de ellos como si fueran cataratas.
Siempre juntas, se dedicaran a los que se dedicaran, acababan siendo las mejores.
Arte, ciencia, investigación.... las tomaron por androides, e incluso intentaron vulnerar su derecho de no agresión para comprobar que no fueran mindmachines que hubieran desarrollado avatares de alta definición.
Estuvimos muy preocupados cuando, habiéndolas escogido para el programa de Exploración e Intercambio de Inteligencia, tuvieron que hacerlas pruebas.
Ellas sabían muy bien como camuflar cualquier resto de nosotros mismos.
Ellas en el fondo nos repudiaban, pero eso a ti y a mi nos daba igual.
El placer de la creación más grande estaba en nuestras manos y el reconocimiento era solo una pequeña esquirla que no necesitábamos arrancarnos.
Los problemas llegaron en su juventud.
Eran bellas y perfectas más allá de toda moda o canon. De piel nacarada y nívea. De proporciones armónicas.
Pero completamente iguales.
Aquello debió de confundirlas de una manera brutal, porque pronto dejaron de colaborar, y empezaron proyectos por separado de los que todo el mundo estaban pendientes. Pendientes y muy interesados, porque en cada una de las disciplinas en las que ellas se desenvolvían, estaba habiendo enormes progresos, a pasos agigantados.
Pero necesitaban distinguirse aunque fuera en sus creaciones.
Tristemente la masa de ese bizcocho era la misma, y era muy difícil para ellas destacar una por encima de la otra.
Se deberían sentir únicas en este mundo, pero eran dos.
Eran dos y su ego no tenía límites.
Empezó la competición. Al principio todo el mundo vio con buenos ojos este cambio. Los avances se sucedían cada vez con más rapidez. Pero pronto se impuso un freno lógico, puesto que gran parte de las teorías u obras de una, eran cuestionadas por la otra. De esa manera, ante un problema, en vez de construir el camino a una solución, se creaban miles de ramas de problemas sucesivos que complicaban aún más la solución del principal.
Llegó un momento en el que la cúpula de dirección del programa de Exploración e Intercambio de Inteligencia (el proyecto más ambicioso de la posthumanidad) tuvo que cuestionarse la presencia de los dos genios más poderosos que habían existido sobre la tierra en su proyecto.
Les parecía poco humano decidirse solo por una de ellas, ya que eran iguales, y dejaron en sus manos la decisión.
Una de las dos continuaría, la otra tendría todo el reconocimiento del trabajo realizado hasta ahora.
pero no podían permitirse esas peleas de adolescentes en un proyecto tan serio.
Cuando encontraron a Månen desangrada y deformada cerca de la frontera de la reserva, nadie dudó en que debían buscar a Eiliv para pedir explicaciones, porque no había ninguna otra persona sobre la tierra desearía la muerte de ninguna de las dos, siendo aun indispensables para tantos y tantos proyectos abiertos por ellas mismas, tantas obras de arte por terminar, tanta información personal cifrada que sería de vital importancia para el gran proyecto EII.
Días más tarde lograron localizar a Eiliv en una inaccesible gruta de una de las reservas naturales.
Se había extirpado todos y cada uno de sus cybercomplementos, y así yacía, sin sentidos, sin conexiones al resto de los integrados, sola en la inexpugnable fortaleza de su propia piel.
Pero tras conectarla a una terminal cerebral para recuperar sus recuerdos y comprobar qué había pasado con su hermana, se demostró que cada una por su lado, sin intervención de ningún agente externo, habían decidido autodestruirse.
Sus cerebros se colapsaron cuando el problema a resolver era elegir a una de ellas para el proyecto.
Yo pude sobrellevar el dolor a través de parches de dopamizepan, pero tu no lo pudiste soportar y ni siquiera respetaste el tratado de conservación de cerebros para fines altruistas.
Estrellaste tu cuerpo contra el suelo, con todo el peso de la gravedad y en tu bolsillo encontraron una pequeña caja con que contenía un pelo corto y moreno y una uña.
A pesar de todo nuestro sueño se hizo realidad, pero con todas sus consecuencias.
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