"alerta SNT0045: matriz de cómputo de nivel 3 overflowed. Recurso de nivel "confidencial" accedido desde ubicación no permitida."
La imagen en mis ojos: fundido a negro.
Pinchazo en el corazón.
Adrenalina.
Breve masaje cervical .
Cosquilleo en las articulaciones.
Salté del camastro en cuanto oí la alarma pero no me dio tiempo a procesar lo que estaba pasando hasta que me metí en el ascensor destino 'Nivel Challenger': el núcleo de computación biótica de información del Centro de Relaciones Humanas.
Mi uniforme estaba arrugado y sucio pero en realidad hace mucho tiempo que había perdido el decoro,
porque no solía cruzarme con otras personas durante meses. Solía llevarlo solo porque mantenía los grados
corporales necesarios para no despilfarrar ni un solo heliovoltio en procesos fisiológicos.
Los asistentes humanos de la base de datos más grande del mundo podían contarse con los dedos de una mano de un jugador de PokerTeamStatistics tramposo, o sea, que éramos tres en todo el globo.
Lo demás eran máquinas que reparaban máquinas e inventaban soluciones a problemas tal como podría hacer cualquier técnico normal, con la diferencia de que no dormían y consumían muchos menos heliovoltios.
Nosotros solo estábamos para asistir a las máquinas con lo único que aún no habían sabido desarrollar aceptablemente,la intuición, y por tanto una eficiencia mayor a la hora de resolver un problema 'nuevo'.
Aunque si las hubiésemos dejado el tiempo suficiente hubieran llegado a la misma conclusión, pero mucho más lento.
De todas formas, mi trabajo tenía fecha de caducidad, puesto que con cada solución que les proporcionábamos, las metamáquinas aprendían un nuevo comportamiento que además podían adaptar a millones de situaciones: estábamos muy cerca del día en que las máquinas no nos necesitarían para nada, y muy lejos del día en que nosotros no necesitáramos nada de ellas.
Los servidores contenían información a puñados sobre toda la estructura social y moral actual, datos que
explotaban legalmente aquellos que decían ser el motor de la nueva sociedad "guiada" por máquinas.
El motor nos impulsaba contra la misma pared de siempre: el círculo vicioso de conseguir artilugios e intercambiarlos, mejorarlos y sustituirlos por otros en el menor tiempo posible.
La cosa se había simplificado bastante con la clasificación de grupos de exclusión social (con lo que la sociedad podía estar completamente ordenada) y con la unificación económica que llegó desde que conseguimos explotar el Helio de manera segura.
Resultado: casi nadie necesitaba ni tenía un trabajo, había cuotas cubiertas de energía (la nueva moneda) para todos, y, gracias a las máquinas, los problemas que pudieran ocasionarse por las diferencias entre las personas tendían actualmente a 0, lo cual interesaba más que nada a los pocos creadores de nuevas dependencias y tendencias sociales.
Era un motor estúpido con objetivos estúpidos como lo ha sido siempre todo en esta vida.
Pero hacía que la cosa se moviera.
A mi todo esto me traía sin cuidado.
Mi trabajo me permitía costearme una conexión bastante buena (y optimizada al máximo) a NeusVitta,
un entorno de soporte virtual muy parecido a lo que antiguamente se utilizaba para conservar a una persona en coma. Qué dirían ellos de nosotros, que nos autoinducimos a ese estado para poder disfrutar de una
realidad escogida (según tu presupuesto en heliovoltios) consumiendo lo mínimo. Por otro lado mi trabajo como técnico especialista que trabajaba en una base submarina a más de 3 kilómetros de profundidad en el Pacífico me proporcionaba todo el tiempo del mundo (multiplicado por un factor de 30, puesto que a nivel cortical las cosas podían pasar tan rápido como quisieras) para dedicarme a lo que me gustaba.
NeusVitta, menudos farsantes, proporcionaban exactamente lo mismo que esa maldita sociedad sin objetivo:
conectar con otros seres tan despreciables como tú, que pensaban que salían del sistema conectándose en estado vegetativo a otros como ellos, como si esa exclusividad te hiciera sentir diferente.
Pero los descontrolados servidores de NeusVitta tenían otras posibilidades muy interesantes y vagamente explotadas.
Ese era mi pequeño y secreto vicio.
La gente real no me interesaba, tan obsesionada con encajar en cualquier grupo de pertenencia (aunque fueran llamados "Rechazados"), y con llevar distintivos de colores. No tenían ni la mitad de profundidad que los cientos de personas que yo había creado en mi universo de NeusVitta, que seguían patrones de personalidad determinada y cambiante según parámetros de entrada que obtenía de distintos sensores instalados en las más variopintas ubicaciones.
No, mi universo no contenía otros seres reales. Mi universo solo me contenía a mi y a mis creaciones.
Y nunca he echado de menos a nadie.
Construí una mujer que me daba problemas, y otra que satisfacía todos mis deseos, y construí un vínculo entre ellas de incompatibilidad. Según la temperatura del mar en el Pacífico su relación se complicaba y si coincidían en órbita dos planetas del sistema solar, entonces me montaban un numerito.
Creé un set completo de amigos con diferentes personalidades y que suplían mis carencias con una robustez increíble, y según los parámetros de bolsa se enfadaban conmigo o dejaban de llamarme, o se volvían locos porque les dedicara algo de mi tiempo.
Si un valor en bolsa caía en picado, era posible que uno de mis amigos muriera en un accidente, y esto me producía una pena terrible, sobre todo porque tenía que crear uno nuevo.
Yo había programado todas estas eventualidades, pero eran tantas y basadas en valores tan aleatorios, que la realidad simulada era perfectamente plausible.
Con la diferencia de que si cualquiera me cansaba mucho podía borrarle para siempre, o dejarlo en standby y reiniciarles más tarde sin problemas.
Justo lo mismo que todos deseaban hacer en la vida real.
Estaba mucho más cerca de las máquinas que de los humanos, pero llegó un día en que el círculo de personajes que construí empezó a mermar por bajo mantenimiento, pero no me importaba.
Había descubierto algo nuevo. Algo a lo que realmente me enganché.
Ahora, el mayor porcentaje del tiempo que estaba en NeusVitta vagaba por paisajes simulados buscando fallos en la programación que me hicieran ver las ondas de sonido de las olas, oler una nota musical,
sentir como el azul me acariciaba y saborear una puesta de sol, o modificar mi estructura química para volverme vapor de mi mismo, separando tanto mis moléculas que sentía la tibia sensación de pertenecer a todo y ser acariciado por todo a mi alrededor.
Es decir, fallos en el montaje lógico-nervioso que mezclaban unos sentidos con otros, o meros fallos de programación en el metauniverso creado.
No sabía porqué, pero mi cerebro disfrutaba enormemente de eso, y desde hacía algún tiempo "lo necesitaba".
Así que me costó bastante volver en mi mismo mientras el ascensor descencía metros y metros y la temperatura exterior se hacía cada vez más baja.(Los servidores cuánticos de memorias bióticas necesitaban la energía mareomotriz y la temperatura adecuada)
Registré en mi pantalla Oculus el número de alerta: "SNT0045 - matriz de cómputo de nivel 3 overflowed.
Recurso de nivel "confidencial" accedido desde ubicación no permitida."
Era una alerta que nunca había manejado, así que las máquinas y yo estábamos en las mismas condiciones.
Aunque yo tuviera las de ganar. No se me ocurría la manera en que podían estar accediendo a ningún recurso de memoria desde ningún sitio, teniendo en cuenta que la información estaba codificada bajo ADN-23.
Pero pronto encontré el agujero de seguridad, que habían montado a través de una persona "estrella" de una red social-familiar.
Las personas estrellas tienen numerosos nodos conectados a ellos, muchos de ellos redundantes, y por lo general no tienen el perfil adecuado para proteger sus datos y su ADN correctamente.
Lo mejor fue cuando descubrí la fuente: Los cabrones de NeusVitta estaban utilizando los servidores del Centro de Conexiones humanas para tantear el mercado de lo más solicitado y crear universos coincidentes con ellos.
La ley del buen comercial es la de no vender un producto, si no hacer que el cliente lo desee.
Y estaban buscando de lleno en el interior de las personas, manejando sus carencias, miedos, obsesiones, deseos, lo que fuera para darles justo lo que querían.
Sabía perfectamente que estaba en mi mano joderles todo el tinglado simplemnente con desconectar algunos de esos cerebros eidéticos, pero no sabía hasta que punto podría afectar eso a todos los centros mundiales y lunares de Relaciones Humanas.
Pensé durante algunos segundos (que lento iba todo en esta realidad) y mi conclusión fue que me importaba bien poco lo que sucediera en realidad. Sólo quería volver a subir al "Nivel Atlantis" (que cariñosamente llamaba Sheol) y conectarme de nuevo. Mi cerebro ya no respondía a los mismos estímulos que hacía unos meses, reparar el sistema o cumplir mi deber eran consignas que no encajaban bien con "mi realidad", y me sentía muy cansado.
Así que tomé una decisión: desconectaría al nodo estrella afectado y a todos los nodos relacionados. Con eso cortaría el ataque, enviaría la información del ataque a mis superiores y esperaría instrucciones.
Tras realizar todo el proceso de envío de información cifrada, me acosté de nuevo en el camastro, conecté las agujas a mis terminales y me sumergí de nuevo en mi caótico y bello Mundo de los Errores.
Supongo que pasaron meses reales hasta que llegaron las directivas de mis superiores. Mientras yo seguía deleitándome buscando el sitio donde la curvatura de aquel mundo irreal tendiera a infinito y pudiera ver en la tangente lo más parecido al fin del mundo, mientras bebía un magnífico ruido blanco chispeante.
Cuando leí el informe noté como se agolpaba la sangre en mis sienes y me pareció como dejaba de ser líquida para convertirse en cemento palpitante:
En primer lugar, mi actuación había sido desproporcionada y había desconectado un nodo estrella cuyo entorno social se había colapsado, y como una pequeña mariposa batiendo sus alas, había provocado una caída en bolsa y una desestabilización social con graves consecuencias. Por ese motivo sería sustituido para siempre de mi puesto, pasando a ser un hombre más con todo el tiempo del mundo para perderlo.
Pero lo que realmente me asustó fue que me agradecían el haber descubierto la maniobra de NeusVitta, lo que les había dado el porcentaje de poder mundial para eliminar la empresa, cerrar todos sus servidores y eliminar toda la información almacenada en ellos. De todas formas, decían, no es una quiebra peligrosa, ya que esta empresa estaba proporcionando servicios obsoletos y era cada vez menos utilizada.
Mi respuesta fue clara. Firmé el certificado de prolongación de vida (para el uso de mi cerebro como soporte de almacenaje y de mi cuerpo como transformador de energía) y, como es obligatorio, pedí que conservaran tres de mis sentidos:
el gusto, el olfato y el tacto.
Mientras la enfermera absorbía mi líquido encefálico y mis globos oculares, sonreí internamente pensando que todo aquel entrenamiento sinestésico había servido para algo.
Ya había visto y oído demasiado.
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